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“Esta es una gran oportunidad para los Sistemas Agroalimentarios Sostenibles”

28/08/2020

Jesús Quintana García, director gerente para las Américas de la Alianza de Bioversity International y Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), es un experto en desarrollo rural sostenible, que desde diversas instituciones y diferentes ámbitos ha trabajado por mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la ruralidad.

Su apoyo y presencia en los Grupos de Diálogo Rural (GDR) de Rimisp ha sido permanente a lo largo del tiempo, por ello quisimos conversar con él para analiza el papel jugado por los Sistemas Agroalimentarios Sostenibles (SAS) en medio de la coyuntura mundial y cómo pueden proyectarse en el futuro, como parte fundamental de las soluciones a los impactos causados por el COVID-19.

¿Cuál es la evaluación sobre la respuesta de los Sistemas Agroalimentarios Sostenibles a la situación derivada de la pandemia del COVID-19?

La respuesta de los Sistemas Agroalimentarios Sostenibles (SAS) ha sido aceptablemente buena. Y debemos pensar que lo que ha hecho el COVID es poner de relieve cosas que ya estaban. Por supuesto no vamos a dejar de hablar de la tragedia humana, pero ha puesto en primera línea a  estos sistemas alimentarios. Mucha gente ha vuelto la vista hacia ellos, hacia la producción, al almacenamiento, a la llegada a los mercados. Ya no se trata solamente de decir queremos tener un suministro, que ha sido aceptable y cambia de país en país, sino que el abastecimiento en general no ha estado en riesgo. Otras cosas sí han estado en riesgo, por ejemplo los precios de algunos alimentos han subido. La cuestión nutritiva ha variado, ya que al reducir los ingresos, debido al desempleo, la capacidad de comprar los alimentos también ha disminuido. Pero los SAS han resistido y de hecho es una oportunidad para hablar de ellos y también sobre cómo necesitamos tratar mejor al entorno, relacionarnos mejor con los recursos, con el agua, con la tierra, cómo necesitamos tener menos agroquímicos y finalmente, una mejor calidad de vida.

Teniendo en cuenta que todos estos SAS eran sistemas en construcción o poco avanzados, vemos que han resistido bien. La pandemia nos pone en una posición de pensar mejor y de insistir más hacia una visión sistemática, holística, integral, que busque desde cómo se relaciona el productor con esa cadena, cómo hacemos el abastecimiento en los mercados, cómo llega al consumidor final, cómo redunda esto en su salud y su nutrición y  al mismo tiempo, sin que el entorno sufra.

¿Qué es lo que hace que los SAS estén alcanzando este desempeño, en medio de una situación crítica e incierta?

Si visión en más comprensiva y más de largo plazo. Busca relacionarse mejor con el medio y  tiene más resiliencia frente a diferentes situaciones que se van presentando, como los problemas ambientales, de precios, los efectos del cambio climático, la falta de recursos, los mercados, etc. Esta visión más de sistema, más integral hace que resistan mejor a los embates y es la que nosotros tenemos que defender, aprovechando esta coyuntura. Esta visión que incluye al consumidor final y a las dietas, que es algo en lo que no que pensamos habitualmente., pero debemos empezar a hacerlo. Por ejemplo, desde la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) estamos trabajando mucho más en el tema de las dietas y en el papel de los consumidores, ya que tenemos consciencia de la importancia de incorporar esta visión y su diversidad de ángulos.

Según un informe, de julio de este año, elaborado en conjunto  por la FAO y la CEPAL, al finalizar este año, América Latina incrementará en más 16 millones de personas la cantidad de población viviendo en pobreza extrema, con un total de 220 millones de personas en situación de pobreza en la región. ¿De qué forma impactarán estas previsiones en los territorios rurales? 

Desafortunadamente las previsiones son incluso peores, se cree que el impacto será mucho mayor, tanto en nutrición como en pobreza. Y esta pobreza será para todos, para las áreas rurales y urbanas. Pero las zonas rurales tendrán un impacto mayor, porque son aquellas que están más alejadas en todos los sentidos. No solo geográficamente, sino alejadas de las inversiones, de la conectividad, de las prioridades que se establecen desde las capitales y los centros urbanos. Lo que esperamos y se puede comparar con crisis anteriores, es que se advierte que las zonas rurales sufran inmediatamente una falta de inversión que afectará a todos los niveles, desde los ministerios rectores del área agrícola o rural en cada país, lo destinando a extensión, crédito, infraestructura, educación, salud, será menor y principalmente para los sectores menos favorecidos de la agricultura familia campesina y dentro de ellos, para las mujeres y los jóvenes. Los SAS han resistido bien, pero la pobreza va a aumentar, con menos probabilidades de empleo, fuera del autoempleo. Estas son las preocupaciones de quienes tenemos que ver con el desarrollo rural.

¿Cuál puede ser el papel que jugaría la cooperación internacional para enfrentar estas amenazas en la región?

 Es fundamental. Vemos que desde antes del COVID se ha presentado una tendencia de los países a encerrarse en ellos mismos, a producir para ellos y no comerciar hacia afuera.  Esto se va a incrementar y de hecho ya está sucediendo. El rol de los organismos internacionales y de la sociedad civil de cada país es poner de relieve las prioridades, recordar que si bien los esfuerzos  y los recursos se han dirigido a la salud, cinco meses después de la llegada de los primeros casos debemos pensar de otra manera, avanzar  y aprender a convivir con el COVID. No podemos vivir encerrados. Es el momento de seguir adelante y reconstruir lo que ha sido destruido o aplazado. Y dentro de eso, una de las primeras necesidades es invertir. Creo que todas las ONG, nacionales, civiles internacionales o de investigación, deben recordar que hay otras prioridades, se debe seguir invirtiendo en infraestructura, en crédito blando para que las organizaciones campesinas de pequeños productores sigan produciendo. Invertir en ciencia, tecnología y  transferencia. La pandemia ha demostrado algo que estaba ahí, pero hemos olvidado: la importancia de vincular la agricultura con la nutrición y con la salud.  Eso ha quedado patente. Lo que nos toca a los organismos es recordarles a los gobiernos que no pueden dejar de lado el agro. En una región que se ha urbanizado en un 70 a 80 por ciento, debemos enfatizar que el agro tiene una importancia vital. Que esas poblaciones son las más pobres estructuralmente y que las mujeres, jóvenes rurales y los indígenas necesitan que se sigan pensando en ellos.

¿Qué labor pueden desempeñar los Grupos de Diálogo Rural (GDR) en medio de esta crisis en desarrollo, con miras a la post-pandemia?

Los GDR, esta marca registrada de Rimisp, son fundamentales. En la región no existen este tipo de foros o plataformas estables que permiten a distintos actores reflexionar juntos. Que los mueven a  hacer algo tan básico como conocerse, construir confianza, convocando a la sociedad civil, a los gobiernos, la cooperación internacional, etc. y colocar en la agenda e intentar influir en temas que son claves, discutirlos y reactivarlos para buscar, que entre todos que se creen mejores políticas públicas. Ese es el rol principal que tiene los GDR y  creo que no deberían desaparecer. He podido ver la importancia fundamental de dialogar en diferentes países como Ecuador, Colombia y Perú en distintos contextos y realidades. Los diálogos son siempre importantes y los SAS, por definición, involucran una cantidad de actores, de diversidad de sectores como la educación, la salud, los gobiernos locales, la empresa privada, la producción, la investigación, la sociedad misma, en un momento en el que es muy importante dialogar.

¿Qué oportunidades se abren para los SAS en el contexto actual y cómo pueden ser parte de las soluciones que se construyan para enfrentar los impactos de la pandemia?

Esta es una oportunidad fantástica para los SAS, porque la pandemia nos está poniendo frente a la importancia de la nutrición, cómo se vincula con la salud y nos hace mirar de dónde viene esa alimentación. No basta con que abramos una bolsa de papás fritas, con calorías vacías, sin valor nutritivo.  Debemos ver cómo se vincula esto con nuestra salud. Esta es una óptica diferente a la que estamos acostumbrados. Es mirar desde el desarrollo agrario, desde el origen de los alimentos, donde hay productores, mercados y consumidores y como eso influye en la salud de una nación. Nos hace pensar en la necesidad de que niños y jóvenes estén bien nutridos porque necesitan crecer y desarrollarse, que los ancianos deben estar bien alimentados, para proteger su salud. Pero también esta crisis nos recuerda la importancia de tratar bien al entorno, de no hacer cualquier agricultura, súper mecanizada que maltrate la tierra, que contamine y agote el agua. Que no regenere el suelo, que no sea resiliente o que no tenga capacidad de adaptación.

Esta pandemia nos permite hablar más y más de los SAS, de cómo los actores deben estar alineados, de cómo lo que comemos importa mucho porque crea defensas en nuestro organismo, nos hace crecer y al mismo tiempo tiene  mucho que ver con los territorio rurales. Es la ocasión para que entre todos hablemos de una visión holística, que integra la importancia de que los agricultores tengan mejores condiciones de vida y de producción y no dejen el campo, que los agricultores familiares produzcan de mejor manera, tratando bien a la tierra  y en donde la ciencia y la investigación tengan un papel muy importante.

Digámoslo alto y claro, esta es una gran oportunidad para los Sistemas Agroalimentarios Sostenibles.

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