Los efectos ocasionados por la pandemia del COVID-19 en el agro ecuatoriano y las reflexiones para activarlo han sido los ejes de las más recientes reuniones del Grupo de Diálogo Rural de Ecuador (GDR-Ecuador). Esta crisis, que está en plena vigencia, puede superarse con medidas integrales y sostenibles en el corto, mediano y largo plazo, que vinculen a la totalidad de los actores de los sistemas agroalimentarios.

Una caída del Producto Interno Bruto (PIB) del 11%, la pérdida de 700 mil empleos, el incremento de la  pobreza rural al 60%, $410 millones de dólares de pérdidas en el agro, son cifras que evidencian los impactos que causaría el coronavirus en la economía ecuatoriana, hasta finales de este año. Estas afectaciones son parte del estudio Impactos del COVID-19 sobre el Agro Ecuatoriano, elaborado por la oficina de Rimisp en este país y que ha sido el eje de los análisis del Grupo de Diálogo en estos meses.

A mediados de marzo, con la declaratoria de emergencia sanitaria en el Ecuador, llegó el confinamiento y la paralización de la mayoría de las actividades. Sin embargo el medio rural ha continuado produciendo. “Los sistemas agro-alimentarios en el país  han sido resilientes, sosteniendo la oferta, que ha sido normal e incluso al alza en algunos productos. Su respuesta oportuna ha permitido que esta crisis sanitaria, no se haya vuelto una catástrofe alimentaria”, señala Ney Barrionuevo, secretario técnico del GDR-Ecuador, quien además resalta algunas iniciativas como los corredores logísticos bioseguros organizados por las autoridades de Agricultura; las ferias campesinas, implementadas por los gobiernos autónomos descentralizados y las asociaciones de productores, los circuitos alternativos de comercialización, los bancos de alimentos, las canastas solidarias, etc, como diferentes herramientas para mantener el abastecimiento de los alimentos.

Y aunque la respuesta inicial ha sido oportuna, el GDR alerta sobre la continuidad de la crisis y los diferentes escenarios en los que podría derivar, con las consiguientes consecuencias para los habitantes del agro.  Desde un rebote rápido, con una duración de hasta seis meses y una pronta recuperación de las exportaciones y el precio del petróleo, hasta el panorama más probable: la recuperación del país en forma de U prolongada. En este escenario se proyecta el inicio de la mejoría en el  primer trimestre del 2021 y el retorno a los indicadores pre-pandemia, para el 2022.

“Ponemos a la palestra estas posibilidades, para que los tomadores de decisiones, los productores,  la cooperación internacional, la empresa privada y el público pensemos en las medidas más acordes a la dimensión de la crisis que se nos está presentando”, indica el Secretario Técnico del GDR.

¿Cómo enfrentar y superar la crisis?

Ante un panorama complicado, los habitantes del campo se enfrentan al reto de sostener las actividades productivas en el agro, en medio de las condiciones generales en las que se encuentra el Ecuador. El incremento del desempleo provocará una pérdida del poder adquisitivo, lo que impactará en la demanda y el consumo de los alimentos, con todas las consecuencias que esto puede generar. Por ello, dotar a los productores de crédito proveniente de la banca de fomento, en condiciones adecuadas a la realidad, puede hacer la diferencia para mantener la producción y la oferta en el futuro.

Varios de los integrantes del GDR han reflexionado sobre las dimensiones de los impactos de la pandemia en el agro y han planteado varias propuestas para reactivar este sector. Como una transformación de la realidad en el sector sanitario y agroalimentario, califica el exministro de Agricultura de Chile, Carlos Furche, al escenario post-pandemia. “Lo más probable es que esta crisis no es un paréntesis que pasará y todo volverá a ser como antes. Por ello debemos imaginar desde ya, qué cosas se deben hacer de forma distinta para la  realidad que viene”, explica. Recomienda articular las respuestas a corto plazo con las  medidas de mediano y largo plazo.  Así también, considera que se debe tener presente la situación de déficit fiscal que mantiene Ecuador y que se incrementará, sumada a altos niveles de desempleo y pobreza, lo que disminuirá los fondos públicos con los que se espera contar para enfrentar los efectos de la pandemia.  Para el experto chileno, el  papel de los recursos de la cooperación internacional es fundamental, “se debe realizar un esfuerzo grande para reprogramar los recursos ya existentes de este sector, revisando los proyectos existentes y redirigirlos a los aspectos prioritarios”

De su lado, Caroline Bidault, directora País de los programas en Ecuador, del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), destaca la importancia de contar con información completa y concreta sobre los diferentes efectos que se van dando en esta situación. “Estamos en un momento en el que necesitamos una orientación sobre lo que está ocurriendo, ya que hemos estado en el limbo, respecto a las afectaciones en el agro. Se ha pensado más en el sistema de salud, por razones obvias, pero debemos entender que el agro es esencial para alimentar a los países, para el desarrollo y la economía. Con la información clara es posible tomar decisiones más acertadas y orientar las acciones, para que la recuperación del agro, que es clave para el país, sea más rápida y eficiente”. Igualmente apuesta por una armonización de los esfuerzos de parte de todos los actores del sistema, con soluciones pensadas en conjunto.

Potenciar actividades y servicios como el turismo rural, para superar la crisis es la propuesta del joven emprendedor, Diego Loayza, coordinador de la Red Nacional de Jóvenes Emprendedores Rurales del Ecuador (Renajer). Aunque está consciente de los retos que significa garantizar la bioseguridad de los visitantes y los propios trabajadores en los establecimientos turísticos, considera que “el propio medio rural, al estar alejado de las grandes ciudades en donde están la mayor parte de los contagios, tiene una ventaja que puede ser aprovechada por los productores y los habitantes del campo, para salir adelante y reinventarse”. Considera que el papel del sector público es fundamental para el financiamiento y las políticas de apoyo específicas para el agroturismo en el contexto actual.

La directora Nacional de Bachillerato del Ministerio de Educación (Mineduc), Paulina Cadena, manifiesta su preocupación por  la situación en el tema de la formación de los jóvenes en el área rural, “la no presencialidad en el sector rural incide en un retroceso en el proceso de desarrollo de los jóvenes, ya  que el objetivo de mejorar sus competencias se ha visto afectado este año escolar y el que viene. Analizándolo de forma prospectiva se agravará la situación en lo referente a las oportunidades laborales de los jóvenes, que se sumarán al desempleo creciente”. Para la funcionaria es fundamental articular las soluciones con el Ministerio de Agricultura (MAG) y sumar a más actores, como la empresa privada y a los propios jóvenes para resolver esta situación, especialmente en lo referente al Bachillerato Técnico Agropecuario.

Las diversas ideas que se han expuesto dentro del debate del GDR-Ecuador coinciden en enfocar los primeros esfuerzos en los pequeños productores, tanto en la dotación de créditos, como de insumos y asistencia técnica para no frenar la producción. El papel conjunto de la banca pública y de los gobiernos locales es primordial para afrontar las afectaciones en el corto plazo.

Sin embargo, al proyectar las soluciones a mediano y largo plazo,  las propuestas se dirigen en  la dirección de una visión estratégica de sistemas agroalimentarios sostenibles, con enfoque territorial, intercultural y de género. En este punto, el Grupo de Diálogo recomienda la reorientación de la política agraria nacional de forma integral. El análisis de este espacio concluye que esta crisis puede propiciar un cambio de rumbo estratégico hacia una agricultura y desarrollo rural sostenibles.